Mademoiselle Coco Chanel calzando sus Souliers.
Cada paso tiene un destino diferente, cada paso guarda nuestro pasado y marca nuestro futuro, cada paso nos brinda el inevitable regalo de la vanguardia. Sin embargo, no todos los pasos se viven igual, hay algunos temerosos, otros firmes, los hay volátiles, desgarbados, débiles, sensuales... chic.Los Souliers dirigen un destino propenso a no fallar y dibujan el camino de un éxito implacable porque comprenden un capricho y lo transforman en belleza, aún después de 50 años, su esencia encanta y su espíritu vuela. No hay pies que se resistan a su arquitectura, así como no hay mujer que no quiera ser hermosa y Coco Chanel lo sabía, haciéndose dueña de la cualidad más enigmática de todas: la inteligencia. Tradujo todos los suspiros, recreó todas las ideas, entendió todos los llamados y vistió todas las almas; dejó su propio cuerpo para dedicarse a otros e imaginó soberbiamente un calzado inmortal.
Katherine Hepburn como Coco Chanel en "Coco", el musical 1969.
Larga vida a los clásicos que superan adversidades, tiempos, cambios y humores, que después de todo existen porque el deseo permanece y las ganas de sentir no mueren, los Souliers buscaron la forma y encontraron la eternidad. Sus características hicieron de la mujer un diseño perfecto, largo y delicado; su color negro en la punta obsequió feminidad, al mismo tiempo que encontraba inspiración en el calzado masculino, dualidad que siempre idealizó la mente de Mademoiselle Chanel; y su restante color beige otorgó la infinidad a aquellas piernas que se rehúsan a terminar.Para la elaboración de un ícono como este se requieren de 40 horas de trabajo manual y la sutileza de un zapatero francés llamado Raymond Massaro. Actualmente, las generaciones no abandonan el valor de un pensamiento y todavía hoy Massaro ayuda a Karl Lagerfeld a reinventar las situaciones.
Pocos accesorios poseen el suave toque de la elegancia conjuntado con el necesario descanso de la comodidad y Gabrielle no reparó en que sus escarpines contaran con dichas cualidades, atreviéndose a llevarlos aún cuando el decoro durante la época de la posguerra exigía el absurdo mandamiento de portar los zapatos del mismo color que el atuendo. Coco Chanel desafió y el mundo entendió.
Caminando por Paris en 1962.
Muchos querrán descifrar el interior de esta diseñadora francesa, su soledad, sus palabras y su gran mito desconocido, yo sólo quiero llevarla a través de sus creaciones, admirarla por su trabajo y extrañarla por lo que pudo ser. Este año una de sus aportaciones genera miles de historias (Vogue septiembre) y convence a miles de rostros de la gran hazaña del mundo de la moda, ese que ha sido construido por medio de colores emblemáticos, de cortes arrebatadores, de nombres memorables y de zapatos delicadamente superiores que aguardan un par de cómplices para nunca abandonar la conciencia de nuestras pisadas.
2 comentarios:
Hola!!!! me das permiso para hablar de este post en el blog?. Un abrazo. Gracias
Ay Chanel... mataría por ser una de las musas de Lagerfeld.
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