martes, 23 de octubre de 2007

LUCES INTERIORES



La fotografía de moda ha encontrado a través de su historia el método exacto para la manufactura artesanal de la pureza, la divinidad y la omnipresencia. El arte fotográfico moderno entiende en vez de mirar, seduce sin tocar y conoce para ignorar la indiferencia. El nacimiento de una imagen se basa en el talento de otros y experimenta el interior de una mente ajena a los designios sociales; desprende los dolores globales y juega con los tiempos para traer un verano mientras cae el invierno; sonríe enormemente como lo haría Evangelista y encanta con el alma vestida de Lanvin para imprimirse en trozos de papel. Además, claro, de ayudar a vender ropa.
Existen tantos maestros capaces de regalar sus ojos que resulta complicado comenzar, tal vez lo mejor será combatir el frío con la calidez de su presencia y tratar de darles cabida conforme aparezcan los recuerdos. Los pensamientos llegan fugaces y trabajan sin consentimiento alguno, la inspiración exige un lugar privilegiado para aquellos que se mantienen escondidos capturando segundos para regalarnos "para siempres". Fotógrafos cuya rutina se basa en acariciar la belleza, dirigir la esencia y disfrutar los errores, seres superiores con nombres poéticos que logran ver el abstracto para hacer sentir lo que nunca sintieron. Miradas que se filtran a través de otras para engrandecer la voluntad de un movimiento que se cuela en los sentidos, porque cuando observamos una fotografía surge el significado de nosotros mismos.


Fotografía de Annie Leibovitz para Vogue USA

Los ojos de un ciego habrían mirado más que los de un águila si nunca hubiera existido el trabajo de personajes carnales y sensibles como lo son los dueños de la lente. Afortunadamente, forman parte de nuestro destino enlistando los ejemplos, compañeros del arte, que brindan las características que nos han hecho suspirar por algo más que el ser amado, que nos han hecho tocar la piel de quien no se encuentra a nuestro lado y que nos han hecho admirar algo más que un ego perdido.
La avalancha de cualidades cae sobre las cámaras y los flashes, los paradigmas vienen con distintos apelativos y resultan innumerables, sin embargo, hay prototipos que se han levantado como estandartes de una labor estética y totalmente chic. La naturalidad infiltrada en las piezas de Mario Testino demuestra que los sentimientos no son invisibles y que la hermosura va más allá de un rostro. Peruano de nacimiento y ciudadano de las grandes capitales del mundo de la moda, Testino cambió los estudios en Derecho para convertirse en el refugio mismo de las personalidades enigmáticas y para iluminar las páginas de Vogue y Vanity Fair.


Mario Testino para Gucci

La elegancia solitaria cómplice de Patrick Demarchelier profundiza el plano material de la desnudez capturando la lejanía de un paisaje lleno de romance. Su trabajo resume la pureza de quienes han podido inspirarlo durante más de tres décadas, enmarcando las imágenes bajo la sofisticación del blanco y el negro. Espontáneo de corazón y dirigente incuestionable de campañas publicitarias exitosas que adornan los nombres de Chanel, Versace y Armani.


Demarchelier y el Calendario Pirelli

Richard Avedon aparece inmortal en la dualidad de colores pálidos y explosivos que se mueven al ritmo de las caderas. La fortaleza de su mirada elevó la fotografía de moda hacia un pedestal artístico incomparable y la libertad de sus modelos creó escenarios inolvidables. Para Avedon no existieron los límites y sobresalió tanto en las editoriales de Harper's Bazaar como en la elaboración de reportajes sobre la guerra de Vietnam y la caída del muro de Berlín. Arquitecto constructor del puente que unió el abismo entre Truman Capote y Marilyn Monroe.


Richard fotografía la portada de Harper's Bazaar

David Lachapelle y esa rebeldía que desafía costumbres y convierte la agresividad del pecado en deliciosas muestras de sabiduría. El pacto de sangre entre él y la fotografía se llevó a cabo cuando tenía seis años y vacacionaba en una playa de Puerto Rico a lado de su madre, quien quedó inmortalizada en un retrato tomado por su pequeño. Así vive desde entonces, víctima del surrealismo y la fantasía, pero amigo incondicional de lo auténtico y original. David colabora con revistas como i-D y Vibe, elabora portadas para las producciones musicales de Madonna y No Doubt y publica libros exitosos que le rinden culto a sus propias creaciones invadidas de un perverso sentido del humor.


David Lachapelle y su Fashion Disaster

Nacido en Nueva York, Steven Meisel es un espíritu ecléctico y plural que rehúsa fotografiarse. Su filosofía radica en sustancia más que en belleza, prefiere la experiencia de la vida sobre la hermosura de un rasgo primitivo. Las imágenes de Meisel laten, apasionan y debaten las esfinges de la actualidad y la controversia, mientras descubre las facciones distintas de Snejana Onopka y Coco Rocha. Un estadounidense que prefiere llevar oculto el estigma del éxito consagrado a Dolce & Gabbana, Prada y Valentino, a través de una publicidad majestuosa.


Vogue Italia, Coco Rocha y Steven Meisel

Irving Penn, Helmut Newton, Peter Lindbergh, todos maravillosos. Son tantos y tan escaso es el mundo para zurcirles palabras volátiles que jamás alcanzarán la estirpe necesaria para describir su legado. Terry Richardson, Herb Ritts, Jurgen Teller, sinónimos del espectáculo radical y voraz de la moda en carne viva, títeres de la creación grandiosa y habitantes memorables del círculo innovador de las ideas.
La fotografía de moda es hipnótica, firme y encantadora, sólo ella ha estado tan cerca de alcanzar la perfección y de suspender el latido de un tacón en la pasarela o de un salto etéreo al estilo Kurkova. La sumisión de quienes la observan en libros y editoriales es casi absoluta porque logra apoderarse de los anhelos expuestos al deseo y de los sueños ocultos a la fascinación. Un arte que profundiza el verdadero valor de la unión espectacular de prendas distintas entre sí pero homogéneas al encontrarse de frente. No hay otro espacio que conjunte los conceptos de ser, estar y vestir de Christian Dior, Derek Lam y Burberry al mismo tiempo durante una ráfaga de segundo, mientras Hilary Rhoda observa el infinito estelar del flashazo proveniente de una cámara inerte. ¡Click! ¡Click!

domingo, 14 de octubre de 2007

CRISTÓBAL Y NICOLAS

Hace no tantos años me encontraba plácidamente observando al mundo desde mi majetuoso trono del Hades. Recuerdo el gusto que por aquél entonces nos causó un singular niño del mundo que dibujaba en hojas de papel "lineas que salían a pasear" (como diría Paul Klee), bocetos que años después transmutados en tela cambiarían el rumbo de los catwalks, llevando a las musas al cielo.

El encantamiento de la tela y de las almas....

El niño en cuestión fue inmediatamente uno de mis faunos mágicos, lo amé desde entonces y me divertí durante años viendo como se abría paso entre la mediocridad de una era empapada de gris y tela militar, y el miedo de una sociedad que se empeñaba en hacer de los hombres seres fuertes, preocupados por el dolor y el sudor, flagelando a los artistas con las peores injurias.
Nacía entonces el mito en un pequeño Cristóbal que convertiría las hojas y luego las telas, en explosiones mágicas de colores eternos, mil galaxias y una en la pasarela del infinito. Rosa y fucsia, peonías y freesias en cuerpos a los que él dibujaba una silueta, pues no necesitaban nada más. El grandioso CRISTÓBAL BALENCIAGA que hoy disfruta del Infierno con nosotros.

Cristales que son como puertas dimensionales, escaparates de sueños...

Muchos años después de las antiguas Galias surgió uno de mis demonios favoritos, de los más peligrosos y el felino predilecto de una Diablesse encantada con sus ojos y con la destreza de sus tijeras. Un as demoniaco, brujo del patrón y el trazo. Lleva en las venas sangre rosa por capricho de un destino cínico, y en las manos el dorado de un cielo que promete a todas y recientemente también a ellos. Mi Nicolás querido que a ratos escapa al infierno para ronronear entre las piernas forradas con placas de cobre de la reina de este averno.

Robots, amazonas y exploradoras del universo... mujeres al fin, no todas, no para todos...

Nuestro querido niño que metaliza piernas y estalla hombros, juega con el fuego en palestinas celestiales y toma los juguetes de los niños para catapultar mujeres con dos tacones lego. Nuestro niño que escupe fuego y hace de los bosques y las constelaciones vestidos. Ni uno sucede al otro, ni el otro precede al uno. Son de la misma estirpe, genios que juegan con un nombre. Son Cristóbal y Nicolás.

Catapultas y balancines, hechizos ghesquierianos...

Al final de cuentas dos de mis más peligrosos diablos, uno allá jugando a seducir con el fuego que sale de sus manos. Con Charlotte, Chloé y Carine rendidas a sus pies. El otro aquí, sentado a nuestro lado divirtiéndose mientras todos intentan jugar a ser el nuevo couturier, viendo la lucha encarnizada por jugar a interpretarlo y con la vista fija en pasarelas donde el volumen y el rosa susurrarán por siempre el nombre BALENCIAGA.

Fuego en los ojos de los genios que saben donde mirar

martes, 9 de octubre de 2007

ALMA VISIONARIA



La sabiduría del estilo se lleva enmarcada por cabellos rojos como la pasión de las ideas, la experiencia del encanto se guarda bajo el delineador negro de unos ojos que ven más allá de la realidad mundana y el eclecticismo de las prendas se posa sobre un cuerpo cansado de triunfar pero nunca conforme con su imaginación. Así describo hoy a la mujer que hay detrás del vestuario aspiracional, de las personalidades televisivas y de los íconos cinematográficos. La dueña, la reina, la visionaria... Patricia Field.
La ciudad que nos ve nacer es la que se guarda en el bolsillo y viaja con nosotros para nunca abandonarnos, Nueva York vive dentro de Patricia a pesar de haber crecido en Astoria. La mezcla de sus pensamientos es tan variada como su procedencia, el ser se lo debe a unos padres cuya unión regaló el romance de culturas milenarias que recorren día con día el alma de una diosa que lleva en la sangre el poder de las raíces griegas. La rutina le susurra alabanzas desde siempre y la costumbre le otorga reconocimientos con el transcurso de las horas, Field experimenta los pasos imborrables de la fama y acaricia las manos delicadas del talento.
Patricia fluye como las aguas salvajes que sueñan con alcanzar los océanos, abraza la creación surgida de organismos sublimes sin discriminar nombres ni apellidos, elige secciones y logra conjuntos inesperados capaces de embelesar las entrañas mismas del temible proceso de la moda. Sus inicios caminan desde los 60's, época donde encontraron asilo dentro de una pequeña boutique ubicada en Greenwich Village, la primera esfinge construida bajo el nombre de Patricia Field. Entonces comenzaron los proyectos, los diseños, los premios, los aplausos, una lluvia que jamás terminará y que cae incesante sobre los hombros extrovertidos de una consentida del averno.



El trabajo realizado a través de los años se desvanece para dar paso a una leyenda que aguarda segura en el altar de miles de credos anónimos y reconocidos. Field es poseedora de un par de Emmy's por su labor como diseñadora de vestuario en Mother Goose Rock and Rhyme de Disney (1989) y por Sex and the City de HBO (2002); también es merecedora de cuatro galardones del Costume Designers Guild for Excellence in Costume Design for Television; además de una nominación al Oscar por The Devil Wears Prada (2006). Aunque no hay mejor estatuilla para Patricia que aquel maniquí donde ha colgado las creaciones más encantadoras y eternas: Sarah Jessica Parker. Un dúo inmortal nacido de los incipientes cuadros de una película olvidable, Miami Rhapsody, y que hoy por hoy nos ha regalado la magia irrepetible de la incrédula amistad entre mujeres.
Patricia le dijo al mundo que podía vestirse sin seguir las reglas, que las piezas vintage eran clasicismos espontáneos y que los accesorios serían tan enormes como el amor sincero. Las ganas deben ser atendidas porque el deseo no espera el momento adecuado, la rueda gira para elaborar bosquejos de lo imposible y de pronto lo inusual comienza a parecernos familiar, todo es obra de Field, porque el alma sutil de su esencia detuvo un momento la neurótica prisa del futuro para darnos lecciones maduras de sofisticación sin perder el aire infantil de jamás tomarse en serio. El legado de esta neoyorquina se presenta global en cada revista, en cada televisor y en cada personalidad, al mirar por las calles el efecto de lo chic sabremos que hay un poco de Patricia dentro de la sensación que causan las tendencias que murieron súbitas para transformarse en detalles inmortales que vestirán a las generaciones cuyos modelos a seguir van desde Carrie Bradshaw hasta Ugly Betty. Donde menos se lo esperen estará el toque de la Field porque sus colaboraciones son cuantiosas y sus tiendas irrepetibles, la línea de ropa es única y las editoriales soberbias. Lo mejor es dejarnos llevar por quien merece la pena, una verdadera creadora del estilo cuyo juicio jamás será cuestionado y que hace de lo ordinario algo extraordinario.



*Un rincón dedicado a Pat Field

miércoles, 3 de octubre de 2007

FASHION FAVORITE

La unión de elementos distintos entre sí crea poesía. La poesía maravilla con palabras los sentidos. Los sentidos fijan su mirada en la belleza. La belleza es Daria. Daria emerge como un todo. El todo se traduce en moda. La moda es Prada.

Un favorito de Diable, ojalá suyo y, por supuesto, mío. Dedicado a los corazones que laten por la moda. Siéntanlo.