En el Infierno la locura y el talento han sido siempre la mejor excusa para celebrar la eternidad de la belleza. Sí, porque la belleza es tan eterna como lo dicte nuestra consciencia y nuestro sentimiento. Por eso aquí los genios como David Hockney son los mejor recibidos.

Estas letras sin embargo no están dirigidas a encumbrar aún más el trabajo de este gran hechicero del pincel y la pintura, no, son simplemente un sencillo momento, un instante en que este diabólico lugar se detiene a recordar el estilo de un gran hombre. Sólo eso, que de su obra hablen los demás, todos los que han muerto viendo sus cuadros, aquí hoy, sólo sonreíremos mientras miramos un poco más allá de todo lo que nos dijo y nos dice siempre, con sus poses, con sus manos cruzadas, su cabello blanco, sus lentes de pasta, sus playeras a dos rayas y cuellos blancos inmaculados...