La sabiduría del estilo se lleva enmarcada por cabellos rojos como la pasión de las ideas, la experiencia del encanto se guarda bajo el delineador negro de unos ojos que ven más allá de la realidad mundana y el eclecticismo de las prendas se posa sobre un cuerpo cansado de triunfar pero nunca conforme con su imaginación. Así describo hoy a la mujer que hay detrás del vestuario aspiracional, de las personalidades televisivas y de los íconos cinematográficos. La dueña, la reina, la visionaria... Patricia Field.
La ciudad que nos ve nacer es la que se guarda en el bolsillo y viaja con nosotros para nunca abandonarnos, Nueva York vive dentro de Patricia a pesar de haber crecido en Astoria. La mezcla de sus pensamientos es tan variada como su procedencia, el ser se lo debe a unos padres cuya unión regaló el romance de culturas milenarias que recorren día con día el alma de una diosa que lleva en la sangre el poder de las raíces griegas. La rutina le susurra alabanzas desde siempre y la costumbre le otorga reconocimientos con el transcurso de las horas, Field experimenta los pasos imborrables de la fama y acaricia las manos delicadas del talento.
Patricia fluye como las aguas salvajes que sueñan con alcanzar los océanos, abraza la creación surgida de organismos sublimes sin discriminar nombres ni apellidos, elige secciones y logra conjuntos inesperados capaces de embelesar las entrañas mismas del temible proceso de la moda. Sus inicios caminan desde los 60's, época donde encontraron asilo dentro de una pequeña boutique ubicada en Greenwich Village, la primera esfinge construida bajo el nombre de Patricia Field. Entonces comenzaron los proyectos, los diseños, los premios, los aplausos, una lluvia que jamás terminará y que cae incesante sobre los hombros extrovertidos de una consentida del averno.
El trabajo realizado a través de los años se desvanece para dar paso a una leyenda que aguarda segura en el altar de miles de credos anónimos y reconocidos. Field es poseedora de un par de Emmy's por su labor como diseñadora de vestuario en Mother Goose Rock and Rhyme de Disney (1989) y por Sex and the City de HBO (2002); también es merecedora de cuatro galardones del Costume Designers Guild for Excellence in Costume Design for Television; además de una nominación al Oscar por The Devil Wears Prada (2006). Aunque no hay mejor estatuilla para Patricia que aquel maniquí donde ha colgado las creaciones más encantadoras y eternas: Sarah Jessica Parker. Un dúo inmortal nacido de los incipientes cuadros de una película olvidable, Miami Rhapsody, y que hoy por hoy nos ha regalado la magia irrepetible de la incrédula amistad entre mujeres.
Patricia le dijo al mundo que podía vestirse sin seguir las reglas, que las piezas vintage eran clasicismos espontáneos y que los accesorios serían tan enormes como el amor sincero. Las ganas deben ser atendidas porque el deseo no espera el momento adecuado, la rueda gira para elaborar bosquejos de lo imposible y de pronto lo inusual comienza a parecernos familiar, todo es obra de Field, porque el alma sutil de su esencia detuvo un momento la neurótica prisa del futuro para darnos lecciones maduras de sofisticación sin perder el aire infantil de jamás tomarse en serio. El legado de esta neoyorquina se presenta global en cada revista, en cada televisor y en cada personalidad, al mirar por las calles el efecto de lo chic sabremos que hay un poco de Patricia dentro de la sensación que causan las tendencias que murieron súbitas para transformarse en detalles inmortales que vestirán a las generaciones cuyos modelos a seguir van desde Carrie Bradshaw hasta Ugly Betty. Donde menos se lo esperen estará el toque de la Field porque sus colaboraciones son cuantiosas y sus tiendas irrepetibles, la línea de ropa es única y las editoriales soberbias. Lo mejor es dejarnos llevar por quien merece la pena, una verdadera creadora del estilo cuyo juicio jamás será cuestionado y que hace de lo ordinario algo extraordinario.
*Un rincón dedicado a Pat Field
4 comentarios:
woooow ella es genial...
Muy querida Diablesse:
Siempre tus palabras han sido un deleite, pienso que es injusticia porque las humildes palabras no alcanzan a elogiar tu bello trabajo, tu fluidez, elegancia y la manera en la que gentilmente nos tomas de la mano para llevarnos de paseo...al compás de cada palabra.
Siempre los tengo presente porque este, el infierno...es mi segundo hogar.
Un fuerte abrazo,
P.D. Y sí necesito algo...después te diré ;)
Uy hace mucho que no me daba mi vuelta por acá, ahora me he ido de viaje a Las Vegas y los aparadores me hacían ojitos y me acordé tanto de este blog!
es una chingonaza!
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