LA DIVINA WERBOWY

Daria tiene el rostro que no cansa, el que puede mirarse en infinitas fotografías y nunca parecer el mismo, aunque siempre sea hermoso. Sus ojos son el manto azul que cubre el candor de una sílfide del modelaje y la pasión de una experiencia aprendida en un mundo donde la vejez se alcanza rápidamente y el rechazo duele más de lo acostumbrado. La mirada Werbowy se centra en el alma y dispara el ángel que repara corazones rotos dispuestos a rendir pleitesía. Daria es dueña de la belleza que piensa, la que no se juzga y que no se pierde con el tiempo, la que vive en un instante y deja huella eternamente. Ese cuerpo, delicado y poderoso, carga la tristeza sensual de Polonia, su lugar de nacimiento; mientras su mente, humilde y pacifista, embelesa la devoción tranquila de un ciudadano canadiense.

Es auténtica, con original y sin copia, de estilo informal y gusto establecido. Ella es única entre las grandes, mírenla con sus veintiún portadas de VOGUE a cuestas; con su esencia inspiradora de Chanel e Yves Saint Laurent; con su récord de pasarelas recorridas durante una sola temporada. La apariencia ideal de Prada, Versace, Louis Vuitton y Gucci, por mencionar algunos, ha encontrado realidad concreta en esta mujer-quimera de altura celestial y medidas infernales. Daria es el deleite de los artistas que no se cansan de buscarle formas inconcebibles a la hermosura que desafía la creatividad y que regala los recursos para escapar de la monotonía. La imagen Divina es siempre sexo que se tiene por placer, hoja en blanco atrapada en un par de pómulos perfectos, talento excesivo para transformar la moda en arte.

No necesita ser rubia para que el triunfo caiga rendido ante su altar de fuerza y suavidad. Tiene la capacidad de ser lo que el paso de los años han dejado atrás y lo que el empeño de la moda pretende regresar: el espíritu hippie, la elegancia de una diva del cine, el atletismo de una silueta atrapada en el siglo XX, el movimiento delicado de un clásico. Todo aquello que sea imaginado por las fantasías del diseño y la fotografía, por el ingenio de los genios que no dudaron en reconocer el porte de una chica inconsciente de su esplendor. Daria Werbowy lleva tatuada la lógica del origen indescifrable porque ella pertenece a un algo que va más allá de la obviedad de la Tierra y la explicación de los números. Le apodan "La Divina" y ella es... la obra de arte que respira.